domingo, 9 de octubre de 2011

Son las 12



Te despiertas. Son las doce del mediodía. Vas a cagar. Desayunas un vaso de zumo y lo primero que encuentras, si tienes suerte. Te sientas en el sofá y piensas. Piensas en ti, en qué haces a esa hora si hacer una mierda. Te desprecias, te sientes sucio, sientes que si sigues así morirás antes de cumplir los veinte.
Entonces sucede una cosa increíble, esporádica, a veces efímera, pero sucede. Necesitas hacer algo contigo, con los tuyos, con tu vida.
En ese momento piensas que cualquier cosa sirve: coger un libro y leer, o buscar en Internet quien es Sacco o Vansseti.
Haces cualquier cosa que te haga sentir servible, vivo, importante. Un flujo de vida imparable te recorre el cuerpo, te da energías. Es precioso. La forma en que nos intentamos agarrar a la vida, sea de la forma que sea: algunos lo hacen estudiando, otros trabajando, ayudando a los demás o traficando con drogas. Sea como sea, lo hacen. Lo necesitamos.
Es una mierda. No podemos vivir de una forma meramente racional, necesitamos el empuje de nuestro corazón, el sentir las cosas. La mierda no es esto anterior. Es que los sentimientos duran muy poco. Son impulsos esporádicos como ya he dicho antes. Deberíamos vivir completamente ilusionados, con ganas de comernos el mundo. Puta humanidad.
Lo bien que viven los perros, comiendo, meando y tocándose los cojones, pero con sentimientos, con impulsos. Solamente sienten, hacen lo que quieren, y no lo que deben. Maldita racionalidad humana. Nos da mucho –la racionalidad-, pero lo que nos da no es más que un intento de sobreponernos a la falta de sentimientos, y así, entramos en el círculo vicioso de los humanos. Nunca podemos disfrutar de una cosa al cien por cien –yo el primero-. No tenemos bastante con lo que tenemos, siempre necesitamos más. Necesitamos. Que palabra más falsa. No necesitamos nada. Todo lo que tenemos son puros caprichos, racionales, empíricos o ideales.
El día que nos despertemos y no tengamos nada, que te veas desesperado en un mundo de subsistencia, en guerra constante por el petróleo, la energía solar, o por los caprichos del Señor, por lo que sea, ese día, sentirás. Y necesitarás.
Pues eso, que te despiertas a las doce y vas a cagar.

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